Tensión, más tensión


No es que José Luis Zapatero fuera una lumbrera, eso ya lo saben. Y tampoco ha mejorado con los años, más antes al contrario, qué le vamos a hacer. Pero de vez en cuando dejaba para el mármol algunas perlas, no cultivadas -que tampoco hubiera sabido-, como cuando al finalizar una entrevista con Iñaki Gabilondo que, conocidos los personajes, más bien habría sido un masaje relajante, se le escapó aquello de que “nos conviene que haya tensión”.

Porque a los gobiernos, sobre todo a los de izquierdas, les viene genial que la peña se preocupe por esto y por lo otro, en lugar de fijarse en su incompetencia para gestionar lo que de verdad preocupa a la ciudadanía toda.

Y lo mismo me da que sean las mascarillas, que el número de muertos generados por una pandemia que se reconoció tarde y mal y jamás se han atrevido a poner negro sobre blanco (y van más de cien mil, como si en un año hubieran fallecido todos los habitantes de Santiago de Compostela, Guadalajara, Toledo o Cáceres, pongo por caso, o Gerona), la viabilidad de abundar en el error del 8-M, o el terrorismo callejero de los niñatos indepes.

Que una cosa les voy a decir al respecto: lo de Barcelona, que va para doce días de algarada y destrucción, ya no tiene que ver con el tal Hasel, ahora más preocupado de no cerrar los ojos junto a su compañero de celda, que con hacer ripios. Si me apuran, no tiene que ver ni con el independentismo, aunque la CUP, los CDR y demás caterva sigan ahí, ya sabes, “apreteu, apreteu”; sino con una piara de asilvestraos que, tras un año de confinamientos, desconfinamientos, distancia de seguridad, estado de alarma y toques de queda, han tomado la ciudad, la convivencia, las fuerzas de seguridad y las sucursales bancarias y comercios como un parque de atracciones salvaje en el que dar rienda suelta a sus peores instintos y su manifiesta adolescencia de educación democrática ni de ningún tipo.

Pero al Gobierno ya le va bien, oye. Mientras los medios generosamente subvencionados nos echen el pienso para no pensar que a ellos les conviene, y llenen sus primeras páginas con los altercados o la evolución del virus, los españoles no miraremos los desoladores datos del paro, ni a los ERTES que pierden la T de temporal para caer como una losa sobre los trabajadores; ni a las penurias de los autónomos, que hacen el pino con las orejas para mantenerse a flote; ni a las empresas que bajan la persiana para siempre porque esto no hay quien lo aguante, o deciden que se van a Polonia y ahí se queda Cataluña, incendiada, polarizada, invivible.

O no escucharemos, más que con el resto de oído, que nos dejan los problemas de los Pantojas en todo grado de consaguinidad, generosamente difundidos por ese otro bufón de la Moncloa que vive de okupa en el salón de nuestras casas.

Les conviene que “haya tensión”, les interesa hasta inventarse polémicas y desencuentros entre ellos. Porque la realidad que fluye por debajo de sus cortinas de humo es tal que, si los españoles llegaran a darse plena cuenta, no sería Barcelona lo único que ardería. Si se dieran cuenta o gobernara el PP, claro.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un rejón para Urtasun

Ekaterina, Oksana,,,

Lo del PP y VOX