Estado de Carajal


 

Ya pueden decir misa en gregoriano Sánchez y sus acólitos, al dictado del argumentario de Moncloa, que ahora insiste en que no es necesario el Estado de Alarma, porque las Comunidades Autónomas andan sobradas de normativas, competencias, capacidades y herramientas para detener la pandemia. Ya no les cree ni su caballo, que piensa como yo que esto es un carajal de Estado o, si lo prefieren, un Estado de Carajal.

Porque si esto es así ahora, que no ha habido ni una sola modificación legislativa en el Congreso en los últimos seis meses -salvo la ley de Eutanasia, claro; que quizá se refieren a eso con lo de los medios al alcance de las CCAA-, ¿no lo era en octubre, cuando el Gobierno se facilitó un Estado de Alarma consistente, fundamentalmente, en hacer lo que le saliera de la eryobotria japónica, vulgo níspero?

Porque lo único que ha cambiado de octubre aquí es que ahora Sánchez, el cobarde, el felón, y su coro Godspell -Calvo, Darías, hasta Adriana Lastra, o Lastre (por lo del lenguaje inclusivo)- vuelven a escudarse detrás de las Comunidades Autónomas y la judicatura, los Tribunales Supremos de cada autonomía y, en segunda instancia, el Tribunal Supremo.

Y se dan casos tan curiosos como que a Valencia y Baleares les aprueben el toque de queda, y no se lo permitan al País Vasco o Navarra. O maravillosos giros copernicanos, como que el TSJ de Andalucía apruebe el confinamiento de algunos municipios, menos el de uno que anda por los 2.000 casos sobre 100.000 habitantes.

Lo cual, de entrada, conculca uno de los principios básicos de la democracia y de nuestra Constitución (artículo 14), el de que todos somos iguales ante la ley. Aquí no, aquí con (supuestamente) iguales leyes, un valenciano se tiene que ir a casa a las diez, mientras los navarros podemos estar de farra hasta las mil y monas. Un carajal, ya digo.

Y es que en ésta interesada guerra que ha montado el Gobierno para escurrir el bulto y que se coman el marrón las Autonomías y los jueces, como siempre, los ciudadanos somos víctimas de un gobierno que no nos merecemos, salvo porque hubo algunos que les votaron; que no sé la gente pa dónde mira, pero parece que empiezan a mirar para otro lado.

Dice Sánchez, que de repente se hace carne mortal porque ya no debe soportar lo que le pitan los oídos, que en cien días alcanzaremos la inmunidad de rebaño. Algo que le debe hacer especial ilusión, porque a él lo que le gusta es apacentar rebaños, mansos, sumisos, callados, entregados, a los que les puede meter por salva sea la parte la subida de impuestos y el pago por kilómetro de las carreteras que ya hemos pagado de sobra.

Y se hacen llamamientos a la responsabilidad y sentido común de ¿quién? ¿de los ministros, de las autoridades? Quiá, de los ciudadanos, de usted que me lee, y de mí que despotrico, porque ya no nos queda más que la voz y la palabra, como a Blas de Otero. Quinta ola para el verano, dicen los apóstoles del miedo. Y la culpa, ya verán, será nuestra.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ekaterina, Oksana,,,

Lo del PP y VOX

Gente de campo