El tal Hasel


Reconozco que me da una pereza infinita hablar del chisgarabís ése de Hasel, intitulado a sí mismo rapero y artista, que espero esté disfrutando de las bondades de la trena y tenga ocasión, oportunidad y experiencias suficientes para improvisar otras tonadillas de esas sin ritmo, melodía ni letra digna de llamarse así, que son a las que se dedica el preso. Pero era esto o hablar de la huida hacia adelante del otro Pablo, el nuevamente fraCasado, que parece que culpa a su sede en la madrileña calle Génova de su incompetencia para hacer del Partido Popular una alternativa política.

El tal Hasel ese, para empezar, no se apellida así, sino Rivadulla Duró, apellidos de honda raigambre ilerdense -que no es un insulto, sino el gentilicio de Lérida-. Porque lo primero que es el mentecato es un niño de papá, el empresario dedicado a construcción de edificios residenciales, limpieza general de edificios y promoción de terrenos Ignacio Rivadulla, que fue también presidente de la Unión Deportiva Lérida, de la que salió a los juzgados por un quítame allá esos millones. Ah, y nieto de un militar franquista que anduvo persiguiendo a los maquis cuando la posguerra.

A partir de ahí, surge un bocachancla cuyo mayor éxito – aparte de actuaciones violentas tales como agredir y rociar con un líquido de limpieza a un periodista​ y a un testigo en un juicio contra un agente de la Guardia Urbana de Lérida- ha sido utilizar el calibre grueso en sus ripios (poeta, dice que es, el pájaro), para mejor sintonizar con las habituales hordas del radicalismo separatista catalán, hasta acabar cometiendo un delito de enaltecimiento del terrorismo.

Porque decir cosas que provoquen el aplauso, el apoyo, el alarido o la algarada de la piara de indigentes mentales que pueblan el radicalismo es tremendamente sencillo. Basta con acudir a las consignas, a la demagogia, el insulto, la descalificación y la violencia y ya tienes a treinta gañanes, tan hijos de papá como él, que se encierran en la Universidad, con su parte alícuota de destrozos, intentando que no caiga sobre él el peso de la ley que ha vulnerado; o salen a las calles a destrozar el mobiliario urbano, que ya está papá para pagar los impuestos o las multas si los identifican o detienen.

Con esas puedes, incluso, conseguir hasta el apoyo de un vicepresidente del Gobierno de la nación de la que abominas, y que declare que falta calidad democrática y pretenda que se modele la libertad de expresión a su conveniencia y para lo que a él mejor le parezca, que es la primera y mejor muestra de la calidad democrática que predica.

Pues nada, espero con fervor que al tal Hasel, al mentecato ése, le siente muy bien el tiempo que esté a la sombra y encuentre algún compañero de ésos que, en tales, se muestra propenso a ensanchar el círculo de sus amigos. Seguro que saldrán de ahí poemarios y raps impagables. Desde la libertad de expresión, por supuesto; también la mía que, si no vale por escrito, a lo mejor le hago un rap; que no es tan difícil, oigan.

Y respecto a lo del PP, cuánto echo de menos a Soraya, tú…


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