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Mostrando entradas de febrero, 2021

El tal Hasel

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Reconozco que me da una pereza infinita hablar del chisgarabís ése de Hasel , intitulado a sí mismo rapero y artista, que espero esté disfrutando de las bondades de la trena y tenga ocasión, oportunidad y experiencias suficientes para improvisar otras tonadillas de esas sin ritmo, melodía ni letra digna de llamarse así, que son a las que se dedica el preso. Pero era esto o hablar de la huida hacia adelante del otro Pablo, el nuevamente fraCasado, que parece que culpa a su sede en la madrileña calle Génova de su incompetencia para hacer del Partido Popular una alternativa política. El tal Hasel ese, para empezar, no se apellida así, sino Rivadulla Duró, apellidos de honda raigambre ilerdense -que no es un insulto, sino el gentilicio de Lérida-. Porque lo primero que es el mentecato es un niño de papá , el empresario dedicado a construcción de edificios residenciales, limpieza general de edificios y promoción de terrenos  Ignacio Rivadulla, que fue también presidente de la Unión Deport

Jaurías

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  Me da lo mismo quiénes fueran en las furgonetas negras que huían, en Vic , de la manada de salvajes, de la horda de fascistas, que arrojaban sillas, vallas, piedras, botellas, lo que pillaran. Lo mismo me da quién haya puesto la pequeña carpa a la que acuden con su bilis de insultos, de amenazas, de odio, otros tantos jabalíes, tanta hiena, tanto chacal. Porque, a efectos de comportamiento democrático, lo mismo da que los agredidos sean tirios o troyanos; lo definitivo, lo determinante, es que la piara que alimenta la algarada son los que son, piensan lo que piensan y defienden lo que defienden; y lo hacen además con la apatía displicente – cuando no la autorización, connivencia, complicidad, conchabanza y monipodio- de quienes deberían ser los representantes de todos los catalanes. Porque catalanes son -aunque seguro que encontraríamos también radicales dados al desorden de acá y acullá- el hatajo de animales que están convirtiendo una campaña electoral, tradicionalmente dedicada

Cataluña en Carnaval

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  Febrero es lo que tiene: aún no has acabado de recoger la decoración navideña (pero vamos a ver, ¿dónde demonios se guardaba todo esto?) y ya estás mirando de reojo el calendario porque, en circunstancias normales, hay que ir poniéndose de acuerdo con los amigos, a ver de qué salimos disfrazados, este año, en Carnavales. En circunstancias normales, ya digo. Y las que vivimos no lo son, que no sabe uno si este año no acabará haciendo bueno al malhadado 2020. Que no busques disfraz, vaya; que no hay carnaval. Salvo que seas catalán, claro, que ahí sí, ahí se preparan unas carnestolendas del carajo, de mucha acción, de mucha risa, ya verás. Para empezar, el Gobierno de Sánchez, decidido a aprovechar el efecto Illa -como si todos los efectos causados por ese desastre de ministro no hayan sido catastróficos para la sociedad española-, va a volver a caer en la metedura de pata que provocó la primera ola de la pandemia. Empeñados, contra toda razón, en celebrar las elecciones catalana