Cataluña en Carnaval
Febrero es lo que tiene: aún no has acabado de recoger la decoración navideña (pero vamos a ver, ¿dónde demonios se guardaba todo esto?) y ya estás mirando de reojo el calendario porque, en circunstancias normales, hay que ir poniéndose de acuerdo con los amigos, a ver de qué salimos disfrazados, este año, en Carnavales.
En circunstancias normales, ya digo. Y las que vivimos no lo
son, que no sabe uno si este año no acabará haciendo bueno al malhadado 2020. Que no busques disfraz, vaya; que no hay carnaval.
Salvo que seas catalán, claro, que ahí sí, ahí se preparan
unas carnestolendas del carajo, de mucha acción, de mucha risa, ya verás.
Para empezar, el Gobierno de Sánchez, decidido a aprovechar
el efecto Illa -como si todos los efectos causados por ese desastre de ministro
no hayan sido catastróficos para la sociedad española-, va a volver a caer en
la metedura de pata que provocó la primera ola de la pandemia. Empeñados,
contra toda razón, en celebrar las elecciones catalanas el 14 de febrero, los
resultados serán como los de la festiva celebración del 8-M. Porque aún creen
que mata más el machismo, o el separatismo, o la CocaCola, que el coronavirus.
Total, como no reconocen que más de 100.000 españoles han muerto ya por la
pandemia que no solo no controlan, sino que alientan con sus actitudes…
La siguiente agrupación del peculiar desfile carnavalesco del
Día de los Enamorados no podía ser otra que la chirigota de los golpistas excarcelados
por la cara y la falta de vergüenza del Gobierno; a los que solo falta un
disfraz carcelario con rayas preferentemente rojas y amarillas y una estrella
en el sombrero, entonando su glorioso himno “turnarem a fer.lo” , éxito
de público y crítica, sobre todo en los ampliamente subvencionados medios de
comunicación catalanes, vendidos al independentismo, dimitidos de su deber con
Para terminar, claro, con el día de la votación, que ha
consagrado el sindiós sanitario de que puedan acudir a votar positivos,
confinados y demás parientes e interesados y exigirá de los miembros de las Mesas Electorales que se disfracen con EPI's, mascarillas, guantes y toda la patulea, que no ve va a saber si van a recoger votos o chapapote; porque aquí las normas que nos
afectan a todos los españoles, las que tienen crucificados en el Gólgota de la
ruina al sector turístico y hostelero del país, no rezan para que los partidos
políticos, todos, que concurren a las elecciones catalanas de Carnaval, miren
para otro lado.
Pero que no se les olvide una cosa: después del Carnaval,
agotadas las risas, los bailes y las cuchufletas, viene el Miércoles de ceniza.
Y ahí será el llanto y el crujir de dientes. A ver cuántos muertos, cuanta
incineración, nos va a costar esta estupidez.
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