Puntadas con hilo
Tras comunicárselo al Rey, por teléfono -qué elegancia-,
Pedro Sánchez ha parido su Gobierno de coalición con los podemitas. Toda una
declaración de intenciones. No sólo porque vaya a ser el gobierno del amor, con
un vicepresidente arrejuntao con una ministra y un ministro ennoviao con la tercera autoridad del Estado, sino porque su composición adelanta cuáles
son las intenciones del felón para cuanto sea que dure esta legislatura, que no
será mucho.
Porque ha configurado, en primer lugar, el gobierno más
numeroso de la democracia, que pagaremos usted y yo, para tratar de difuminar
el papel de sus obligados compañeros de viaje, el llorón y sus aledaños, dentro
del mismo: cuatro vicepresidentes y dieciocho ministros que tendrán que
apiñarse en el banco azul del Congreso, donde hasta ahora solo había veinte
sillones.
Porque, entre esas cuatro vicepresidencias ha colocado, casi
a última hora, con sorpresa para propios y extraños, y las competencias sobre cambio
climático, ecología y demografía, a la sectaria exministra de Transición
Ecológica, Teresa Ribera, de cuya gestión en el puesto hasta el momento solo se
conoce la crisis que desató con sus afirmaciones sobre los coches diesel y la
preocupación generada por sus ideas y declaraciones a propósito de trasvases,
efectos de la agricultura intensiva, la caza o la Fiesta Nacional (que son los
toros, y no los escraches, oiga).
Porque ha nombrado ministro de Seguridad Social, Inclusión y
Migraciones al que era todavía (acababa su mandato este año) presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, José Luis Escrivá, que en
casi nada comulga con el programa socialista-podemita en la materia; lo que
suena a un intento de amortización de la institución que presidía, y que creó
en 2014 Cristóbal Montoro.
Y porque, para finalizar -pero solo de momento-, va a colocar
a la exministra de Justicia, Dolores Delgado -la Lola de Villarejo- como Fiscal
General del Estado para embridar la labor de los fiscales; sobre todo en las
causas que han de seguirse aún contra los protagonistas del “prusés” catalán,
pero sin olvidarnos de los 150 juicios y más de 500 imputados de la mafiasocialista en Andalucía.
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