VALENCIA-WASHINGTON
Es así: tenemos la mirada, las orejas, la atención (no tanto el corazón, ni los sentimientos, que lo nuestro, oiga, es lo nuestro) divididos. También por mor de que nos lo dividen los medios de comunicación, que tienen que rentabilizar los desplazamientos a un lado y a otro y echar carbón a la caldera para que la máquina –la suya, exclusivamente la suya- chufle. Y aquí estamos, entre Valencia y Washington. En Valencia porque aún nos duele, nos irrita, nos cabrea, todo lo de la Dana y lo que le rodea. Los 217 fallecidos (¿seguro?) y los “incontables desaparecidos”, que el ministro Oscar Puente ya dice que son menos de los que pensamos –aunque seguramente más de los que les gustaría al gobierno, que vienen curvas-. Yo ya les digo: a mí lo de las elecciones norteamericanas, pues sí, pero que no. Me explico: es cierto, unas elecciones presidenciales en Estados Unidos tienen, a la postre, una relevancia global. Que no es lo mismo, vaya, que gane una u otro. Pero, puestos a ver, son