Yo también voy en tractor

 


Hay en San Google hasta doscientas fotos del ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación que Pedro Sánchez colocó desde su primera presidencia, sí, aquella de la moción de censura. ¿Saben cuántas lo presentan en un entorno agrícola, ganadero, pesquero o alimentario? Cinco. Una tras una tomatera, con un tomate en la mano, otra con dos manojos de espárragos trigueros, otra al lado de un tractor, otra mirando con espanto un pedazo de ejemplar de semental vacuno y otra en una bodega. Se acabó. Porque a Luis Planas, como a la mayoría de ministros de Agricultura, Pesca y Alimentación de gobiernos socialistas desde Felipe González, le dices de ir al campo y se piensa que lo invitas al Bernabeu.

Y ahí está la raíz del problema de nuestros agricultores, hoy en las carreteras de España con sus tractores (y podían haber sacado también las cosechadoras, que abultan más): que la gestión de sus problemas está en manos de quienes no los entienden en absoluto; se les antojan extraños, ajenos, incomprensibles y, desde luego, minoritarios y poco relevantes para su poltrona, así que los acaban motejando de fachas, de ultraderecha, la “fachosfera”, ya sabes.

Planas, y por eso lo puso ahí el felón, solo sabe decir amén: amén a su jefe, amén a la ministra – y encima vicepresidenta tercera- de Transición Ecológica y el Reto Demográfico (que ignora enciclopédicamente cuán relacionado está el reto demográfico con los problemas del campo) y amén a todo lo que diga Bruselas, por más contradictorio, perjudicial y nefasto resulte para el agro español.

Uno, que tuvo en su día la enriquecedora experiencia profesional de servir en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (porque, sí, enteraos, a un ministerio, a cualquiera, se va a servir, no a servirte), ha desarrollado una invencible afinidad con los sectores primarios españoles; como la que posteriormente desarrolle con la Región de Murcia. Y eso que no fueron tiempos fáciles, desde las vacas locas, hasta la peste porcina, las negociaciones de pesca con Marruecos o el falso escándalo del lino. Ya lo dijo, cuando lo nombró Felipe González ministro de la cosa, Pedro Solbes -una inteligencia a años luz de cualquiera de sus sucesores socialistas- “yo llegue pensando que era un ministerio tranquilo, en el que podía encontrarte un problema a la semana; y resulta que te encuentras que hay un problema cada día, y a veces, dos”.

Por eso, hoy que los agricultores se han echado a la calle, este suyo que lo es, seguro servidor, va en tractor, junto a quienes necesitamos tanto y tan poco apreciamos los urbanitas. Se van a enterar en Madrid, el día 21, cuando los que quieran ir al campo, al Bernabeu, no puedan pasar de la Plaza de Colón.

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