Sánchez Antipas
Se vienen urnas. De momento en Andalucía, que con ser tan solo una Comunidad Autónoma tiene la relevancia suficiente, por su magnitud y su trayectoria, como para que haya empezado ya el “ruido” que provocan los siempre los nervios, el rechinar de dientes, la zozobra y el agobio.
Juanma Moreno Bonilla decidió adelantar los comicios
andaluces al próximo 19 de junio, en un escenario político a nivel nacional que
entiende favorable a las opciones de su partido, un PP que estrena presidente y
lo hace confiado en que la personalidad y experiencia de Núñez Feijóo puede
llevarle a recuperar el apoyo popular que se le fue yendo, como arena, de las
manos de Pablo Casado.
El experimento, que tramaron María Dolores de Cospedal y
García Margallo para que no triunfara Soraya Sáenz de Santamaría, explotó al
cabo de menos de cuatro años con un recorrido cuajado de sombras que sólo
ilumino brevemente el triunfo incontestable de Díaz Ayuso en Madrid. Y al cabo,
como en el soneto con estrambote de Cervantes, Casado y su visir, el nefasto
Teodoro García Egea, “caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo,
fuese, y no hubo nada”.
Mientras, el Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez, se
descompone a ojos vista. No se comprende, ni por parte del líder socialista, ni
por la de sus inquilinos de Podemos, que se mantenga una alianza en la que
están todos los días tirándose los trastos a la cabeza por una cosa o por otra.
¿Qué hacen en ese Gobierno personas como Ione Belarra, Irene
Montero o el augur Garzón, cuando su portavoz está discrepando día sí, día
también, desde su púlpito mecanizado, de lo que España decide, por su Gobierno,
respecto a la Otan, a Ucrania, o cuando el CNI simplemente cumple con su
cometido ante las amenazas a la integridad territorial del país?
Sí, bueno, me dirás tú que a ver qué iban a hacer si no, esos
tres y los que de su ralea les acompañan en calidad de cargos y asesores a
dedo, que no tienen mayormente oficio, ni beneficio (que dónde caerse muertos
ya sabemos que han ido adquiriendo con sus generosos ingresos). Pero, éstos que
venían predicando las esencias más puras del comportamiento social y la ética
política, a lo mejor deberían aplicarse su propio Catón y actuar en
consecuencia, dejando el Gobierno que denostan, ¿no? ¿O qué?
Y el resto de los compañeros de viaje de Sanchinflas, los
filoetarras de Bildu, los golpistas catalanes y demás patulea, se le remueven
también, ahora a cuenta del presunto espionaje de Pegasus. Amenazan con no
apoyar el fundamental decreto de medidas contra la crisis agravada por la
invasión de Ucrania, le ponen el dogal al cuello, apretando al felón los
fondillos que más le duelen, la posibilidad de salir de Moncloa, bajarse del
Falcon. Amagan, porque tampoco a ellos les interesa dejar caer a quien tan presto
está en darles satisfacción. Lo que no sé es si la soberbia, el narcisismo y la
ambición de Sánchez Antipas llegará al punto de servirles en bandeja de plata,
tras la danza de Salomé Rufián y la petición de Herodías Echenique, la cabeza
de Margarita Robles. Capaz lo veo; y por la misma razón por la que lo hiciera
el tetrarca de Galilea: para seguir jodiendo.
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