CASTILLA Y LEON MANDA REFLEXIONAR
Las elecciones autonómicas de Castilla y León, esas que
nacieron de la mosca tras la oreja del presidente castellano, tras un ambiente
entre su socio de Gobierno, Ciudadanos, y el partido socialista, que recordaba
demasiado a lo que había ocurrido en Murcia, nos dejan un panorama en la
política castellano-leonesa, y la española por extensión, que debería mover a
todos los líderes políticos a una profunda reflexión.
Una reflexión larga, ponderada y razonable sobre cómo y por
qué los resultados han sido los que han sido; pensar por qué el PP ha ganado,
pero menos; por qué el PSOE ha perdido, pero más; por qué Podemos y Ciudadanos están en un tris de pasar a ser
historia; por qué ha hecho historia un partido continuamente denostado por sus
adversarios y los vocingleros de pesebre; y qué significa en realidad que
pequeños partidos locales, con un inevitable tufillo a ensimismamiento
provinciano, obtengan apoyo en las capitales de su pequeño entorno, que parece que
quisieran hacerse perdonar el pecado de haberse llevado a sus calles a quienes
vaciaban sus pueblos.
El PP de Fernández Mañueco ha ganado, sí, pero no con la
contundencia y ventaja que soñaban. Y eso porque, de nuevo, equivocaron los
objetivos y planteamientos de su campaña, que es algo que tiene ya a Teodoro
García Egea en el punto de mira de muchos barones y no pocos destacados
miembros de la cúpula de Génova (en realidad, todos los que no dependen de él),
por si no hubiera sido suficiente la metedura de pata de su valido en la
Reforma Laboral
El PSOE de Sánchez ha hecho algo más que perder: ha vuelto a
desplomarse en nada menos que siete diputados, en el mismo entorno en que
vencieran hace tres años. Hasta el punto que Tudanca volverá a ser nada más que
el área de servicio en que para todo el que viaja entre Madrid y Bilbao. Y eso
valiéndose del BOE y los fondos europeos para intentar evitar lo inevitable.
Ciudadanos, que tiene ya una demostrada habilidad en pegarse,
políticamente hablando, tiros en los pies, ha perdido casi el doble de los
parlamentarios que se le han despistado al PSOE. Pero a día de hoy no consta
que Francisco Igea haya tenido la galanura de dimitir por sus responsabilidades
en el descalabro.
Y luego está VOX, que ha sumado doce escaños más de los que
tenía, que era solo uno, y se convierte en formación decisiva para un gobierno
estable en la comunidad autónoma, ya sea participando en el mismo -como
apuntaba Santiago Abascal- o apoyándolo desde fuera. No hay otra.
Porque resulta que, entre las reflexiones que tendrán que
realizar en estos días los líderes políticos, no será menos la de considerar
que, guste más, o menos, o nada, hay un partido político en España que cuenta
con un creciente apoyo entre el electorado. Se ha ido comprobando en las
últimas citas en las urnas, fueran autonómicas o nacionales. Y sí, muy bien,
habrá quien pueda desgastarse la boca hablando de la extrema derecha, de
fascismos, de lo que se quiera motejar para desacreditar a la formación verde;
pero se equivocaran quienes ignoren que están ahí y han venido para quedarse,
que representan a un porcentaje creciente de españoles y, por lo tanto, habrá
que respetarlos y, como en Castilla y León, hasta contar con ellos. Son
lentejas.
Y a ver si en sus reflexiones sobre la situación, da Sánchez
en mandar a su casa a Tezanos, que no se puede ser peor como adivino. Tiene ya
mucha más credibilidad Aramis Fuster, dónde va a parar…
Muy acertado análisis
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