¡BEEEEE!

 

A mi se me queda la impresión, mirando alrededor, de que los españoles nos vamos aborregando a una velocidad tremenda. Y es preocupante no solo la rapidez a la que nos vamos ovejunando, sino la magnífica calidad que, como rebaño, vamos adquiriendo.

Aquí una serie de altos cargos, municipales, autonómicos y ya verán como sale más de uno nacional (¿que no se ha vacunado aún Irene Montero y sus criaturas? ¿Qué se juegan?), se saltan a la torera las prioridades en la administración -por otra parte lenta, caótica e imprevisible- de esta o la otra vacunas contra el bicho, y no pasa nada, oiga. No solo eso, sino que alegan, como ha hecho el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Murcia, que “fue sin mala intención” y la gente sigue callada, borrega. A ver, por supuesto que no fue con mala intención, sino con la muy buena -para él y los que con él se prevalieron de su cargo- de protegerse de la enfermedad antes de lo que les correspondía y preteriendo a quienes, ancianos, sanitarios o dependientes, tienen mayor riesgo y por tanto superior necesidad. Pero no pasa nada. Beeeee!

Aquí, un vicepresidente del Gobierno, aunque sea el segundo, tanto me da, compara a quienes tuvieron que exiliarse de España tras la guerra fratricida, con un prófugo de la justicia al que ésta persigue no por sus ideas, sino por sus acciones delictivas -las mismas que tienen a sus conmilitones, sentencia firme mediante, a la sombra en el maco de Lledoners- y a la gente ni se le encanece la lana; cuando debería estar exigiendo que el tal -ya saben, el chepas, el moños, el coletas, ése- dimitiera de su cargo por congruencia con sus opiniones, o fuera fulminantemente cesado por quien lo nombró, por su deslealtad manifiesta a las tesis del Gobierno (aunque con este gobierno, cualquiera sabe…) Nada, seguimos rumiando. Beeee!

En este país se juega a la política con la fecha de unas elecciones autonómicas, y lo hacen además aquellos a quienes más se les llenaba la boca con lo de que el pueblo tuviera derecho a votar, y ni los que acusaban de fascismo, obstrucción a la democracia y no sé cuantas cosas más a quienes aplicaban la ley impidiendo un referéndum ilegal, invalido y ortopédico, levantan la voz exigiendo prontitud en el voto. Se quedan balando en las redes sociales. Beeeee!

Y se vuelve a cerrar la hostelería, y no se llenan las aceras de los palacios presidenciales de cubos de hielo y botellas rotas.

Siguen muriendo cada día tantos españoles como si se produjera a diario un accidente de aviación, y aún habrá quien esté pensando en volver a salir a aplaudir en los balcones cuando, como las elecciones catalanas se celebren finalmente el día de los enamorados, que ya es paradoja, vuelvan a encerrarnos en casa.

Somos, nos estamos convirtiendo, en unos ejemplares ovinos de calidad. Menos mal que nuestra condición lanar nos protegerá, quizás, de la siguiente Filomena. Beeee! Beeee! Beeeee!


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