Censura, que algo queda

Habrá que reconocer a Pedro Sánchez , ya que no otra cosa, su constancia, su empecinamiento, su contumacia siquiera sea en el error. Tal empeño en llegar a La Moncloa, sea por caminos, veredas o atajos, no puede ser sino fruto de un juramento, qué sé yo, a su señora esposa, esa Begoña Gómez ausente en esta nueva edición del asalto del socialista a la púrpura, pero que tantos momentos de gloria nos ofreciera en aquel 2016 en que su marido transitaba a la Presidencia del Gobierno sin mejores mimbres que los que ahora mismo tiene, sin ir más lejos. Si no es por esa promesa y la plausible amenaza de seguir durmiendo en el sofá, la verdad, no se entiende esta Moción de Censura . Al Secretario General socialista, tras la sentencia del Caso Gurtel, le puso la franela Pablo Iglesias, y él se arrancó solo, con alegría, desde los medios, a ver si de ésta y con el apoyo de Podemos (que ahora mismo apoyaría hasta la beatificación de Franco, con tal de que se olvidara el casoplón de Igle...