ETA no acaba aquí





ETA pide perdón, pero lo hace con su cinismo de siempre, sin acabar de condenarse a sí misma por cincuenta y ocho años de asesinatos, secuestros, bombas, extorsión, amenazas y terror aplicado contra toda la sociedad española. Mientras “reconoce la responsabilidad directa que ha adquirido en ese dolor” se justifica afirmando “que no debió prolongarse tanto en el tiempo”; o sea, que siguen pensando que sí hubo alguna vez que hicieron bien.

Los que en su comunicado de hoy se autodenominan “organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional”, como si no hubieran asesinado a socialistas, como si no hubieran matado a vascos, como si su horror no hubiera, más bien, esclavizado a toda una sociedad, son solo, únicamente, entonces y hoy, canalla terrorista. “Los muertos, los heridos y las víctimas” a las que hoy dicen querer “mostrar respeto en la medida que han resultado damnificados por el conflicto”, no fueron asesinados, dañados o afectados por otra cosa que su barbarie, su locura de creer que algo se solucionaba a tiros. No cabe mayor descaro, desfachatez, desvergüenza, falsedad e hipocresía que sostener que “las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna”, sin “participación directa en el conflicto”.

El conflicto lo crea ETA y quienes la auspiciaron desde sus inicios, que no son otros que los que ahora ponen paños calientes al horror y se esponjan con su comunicado. El resto -con la condenable (y condenada) excepción de los episodios de guerra sucia- nos atuvimos a la aplicación de la ley, que es la que ha acabado con estos miserables.

Porque, sí, ETA ha sido derrotada, tocada y hundida, por la fuerza de la Ley y la aplicación del estado de derecho, pero ETA no acaba aquí, no acaba hoy. De acuerdo con el informe de la Fiscalía de la Audiencia Nacional de 2011, que recojo de “Navarra en la historia”, el último libro de Jaime Ignacio Del Burgo, “existen 349 asesinatos sin autor conocido entre 1978 y 2009”. “Un estudio de la Universidad del País Vasco -sigue la cita- cifra en 3.421 las víctimas indemnizadas (solo las indemnizadas) por los poderes públicos, con más de 395 millones de euros”.

Bien, pues ETA no termina hasta que, porque ellos lo hagan o se lo hagan hacer los Tribunales, paguen su pena los autores de esos 349 asesinatos, y paguen las indemnizaciones fijadas quienes hayan tenido responsabilidad en todas y cada una de las acciones de los terroristas.

ETA no acaba mientras sus seguidores, de Bildu, de asociaciones y plataformas de toda laya, ampliamente mantenidos por organismos públicos en los que se han instalado como rémoras, puedan apalear a cuatro personas, por ser guardias civiles en lo que ellos creen su territorio; o vomiten su vitriolo infecto en ayuntamientos, parlamentos autonómicos y nacionales.

ETA se acaba con su rendición incondicional, la entrega de su arsenal y de los autores de los crímenes sin esclarecer, con la indemnización a las víctimas y el desmantelamiento de sus plataformas políticas, que siguen con su misma finalidad de enfrentamiento, de conquista, de violencia. El Estado de derecho, que ha vencido a ETA, debe ahora acabar con ella hasta sus últimos reductos.

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