Más que agua de regadío


La riada llegó a Madrid y desbordó los márgenes del Paseo del Prado, entre Cibeles y la Plaza de Carlos V, ante el Palacio de Fomento, sede del Ministerio de Agricultura y varias cosas más. Y tampoco aquí llevaba agua sino, más bien, lamento por su falta, el lamento que anega la huerta de Europa, en el sureste español.


Los que vivimos en Madrid sobrellevamos con resignación ser el manifestódromo del país, así que el forzoso desvío por los estrechos laterales de la vía más importante de la capital apenas oyó otros pitidos que los de los manifestantes. Y a uno, que vive todavía el tema del agua como propio, murciano de adopción al cabo, hasta le hacía cierta ilusión ver los rostros bronceados bajo las gorras de las asociaciones de regantes y de algunas empresas agrícolas que habían desembocado a su personal en la Villa y Corte.

Porque no todos los rostros bronceados que pasaban ante la estatua de Velázquez eran de potentados terratenientes curtidos al sol. Había muchos, muchísimos trabajadores de esos campos sedientos que comprenden que sus garbanzos dependen de esa sed y querían expresar que el agua también es su problema.

Y eso me hacía pensar que en esa marcha hacía las cercanías de Atocha faltaban, murcianos, alicantinos o almerienses, algo más que agricultores y jornaleros. Algún político había, sí, y hasta es de agradecer que no se acodaran como suelen tras la pancarta cabecera de la manifestación. Pero me refiero a más gente, otra gente que en estas ocasiones parece que el tema del agua no les afecta.

¿Dónde estaban, por ejemplo, los conserveros? ¿Dónde estaban las asociaciones empresariales, agentes sociales de todo y para todo, menos para patear la calle? ¿Es que ya es magnífica y saludable el agua de -pongamos por caso- Altorreal?

Hace falta algo más que agua; hace falta un compromiso común, social, amplio y solidario que no se veía en las calles de Madrid. Hasta había que escuchar al secretario general del PSRM que “el único documento que hay sobre la mesa para alcanzar un pacto sobre el agua es el del PSOE”. ¡Toma nísperos! ¿No fue Zapatero, presidente de un gobierno socialista el que lo primero que hizo (luego haría más y hasta peor) fue cargarse el Plan Hidrológico? Por cierto, ¿por qué no se llevó la manifestación a la sede del PSOE en la calle Ferraz?

El problema del agua, en el Sureste, no es solo de los agricultores. Para nada. En absoluto. Es un problema del campo, sí, pero también de los pueblos y de las ciudades. Se trata, sí, de lograr un Pacto del Agua, pero no solo para regar. Y los agricultores no pueden estar solos ante tamaño problema.

A propósito: mientras la sed de Levante inundaba las calles madrileñas, el Director de Comunicación del Ministerio estaba despidiéndose del cargo. La ministra ya lleva tres. Ahí lo dejo.

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